Se cree que los judíos llegaron a Córdoba con la fundación romana, en el año 169 antes de Cristo. Dentro de la general tolerancia romana su suerte no debió de ser muy diferente a la de los demás habitantes a través de las vicisitudes que pasó la ciudad mientras fue dominada por Roma, pero eso cambió con los posteriores reyes visigodos, sobre todo a partir de la conversión al cristianismo de Recadero y, con él, de todo el reino. No es de extrañar, por tanto, que algo más de un siglo de restricciones y persecuciones después, los judíos apoyasen abiertamente la conquista musulmana, con la que se inició una época que sería mucho más positiva para ellos.

La Córdoba musulmana pronto pasó a ser la capital de un emirato independiente con la llegada de Abderramán I. A partir de ese momento los sucesores del primer emir impulsan más y más la ciudad, se realizan las primeras ampliaciones de la Mezquita de Córdoba y finalmente Abderramán III en 929 se convierte en califa. Junto a él estaba un judío, representante de lo que debía ser una comunidad pujante: Hasday ibn Shaprut, médico, hombre de confianza del monarca, ministro de finanzas del califato y también diplomático. Fue nombrado nasir, es decir, jefe de todas las comunidades judías dentro del nuevo califato.

Hombre de gran influencia y enorme fortuna, patrocinó a poetas, filósofos y científicos, fundó en Córdoba una escuela de estudio del Talmud independiente de las academias judaicas de Babilonia que por aquel momento eran las más destacadas del mundo y llegó a superarlas siendo considerada en su tiempo la más importante del ámbito intelectual judío.

El califato llegó a su máximo esplendor con el reinado de Al Hakam II entre el año 961 y el 976, época en la que ibn Shaprut siguió siendo uno de los personajes clave de la corte califal hasta su muerte en 975. Sin embargo los problemas empezaban poco después de la muerte del califa y de su consejero, separadas sólo por un año. El heredero Hissam II fue el inicio del rápido declive del califato con las disputas políticas surgidos por la sucesión -el califa era menor de edad- y con el ascenso al poder de Almanzor, que desde el año 981 ejerció una dictadura en la que Hissam sólo tenía un poder nominal. Almanzor detentó el poder durante dos décadas hasta 1002, y entonces lo cedió a su hijo, Abd al-Málik, pero a la muerte de este la situación se deterioró aún más hasta desatarse la guerra civil en 1009.

En las hostilidades uno de los primeros contendientes por el califato, el rey bereber Suleimán, entró en Córdoba y saqueó la ciudad y, muy especialmente, la judería, quemando casas y negocios. Tras esto muchas familias quedaron reducidas a la miseria y se dio una primera oleada de sefardíes que partió para el exilio.

Sólo quedó una comunidad mucho más reducida que, además, pocas décadas después tuvo que enfrentarse a la dominación almorávide, que a partir del año 1091 impuso una práctica religiosa del islam mucho más férrea y unas restricciones que aún serían más radicales con la llegada de los almohades a mediados del siglo XII.

En este época nació en la ciudad uno de los sefardíes más famosos e influyentes de la historia: Moshé ben Maimón, conocido como Maimónides, aunque su familia tuvo que exiliarse precisamente por la presión religiosa ejercida por los almohades.

La conquista cristiana en el año 1236 supuso el inicio de una nueva época de tolerancia: el fuero otorgado por el rey daba los mismos derechos a cristianos, judíos y musulmanes y asignó a los sefardís el barrio de la antigua judería, en la que incluso les dio permiso para edificar una nueva sinagoga que finalmente se construiría en el año 1315 (y que aún se puede visitar en la Calle Judíos).

Como en otras juderías de la España medieval, los problemas empezaron de nuevo en la segunda mitad del siglo XIV y especialmente a raíz de la peste, que había asolado Córdoba en 1349. Desde entonces la situación de la comunidad judía cordobesa se fue haciendo más precaria hasta que se llegó al asalto de 1391, dentro de la oleada de violencia antijudía que asoló buena parte de la España medieval y, muy especialmente, Andalucía. La judería fue saqueada durante tres días, la mayoría de sus habitantes asesinados y los que sobrevivieron forzados a convertirse al cristianismo.

Nuevas matanzas diezmaron aún más la judería unos años más tarde y, de hecho, durante el siglo XV hubo episodios de violencia incluso contra los conversos. Así. muchos sefardíes habían emigrado ya a otra juderías de Castilla o a Granada cuando llegó el decreto de expulsión en 1492.

La judería de Córdoba

La judería de Córdoba tenía su entrada por la Puerta de Almodóvar del recinto amurallado, en un tramo de los lienzos defensivos. que aún hoy se mantienen en pie. Superada la muralla nos encontramos con una zona que conserva buena parte de su trazado original y también algunos importantes edificios, lo que la hacen una referencia esencial en el recuerdo del legado sefardí.

El más notable de ellos es la sinagoga, sita en el número 20 de la calle Judíos y que es un edificio pequeño, pero de singular belleza gracias a sus elegantes proporciones y a su exquisita decoración. Como ya se ha mencionado fue construida a principios del siglo XIV y tras la expulsión se convirtió en un hospital para más tarde ser usada como capilla. Con el paso de los siglos capas de cal recubrieron la rica decoración de los muros hasta que fue redescubierta en 1884 de forma casual, revelando el uso original y el valor del edificio.

La propia calle de los Judíos es elemento central de la judería y parte importante de su encanto, así como la plaza de Maimónides en la que desemboca. Otras pequeñas plazas de la judería están también llenas de magia como la de Tiberiades, en la que encontramos una estatua del sabio cordobés.

La judería también nos ofrece espacios culturales como la Casa Sefarad, situada en una casa que conserva buena parte de su estructura del siglo XIV y que cuenta con importantes colecciones sobre el pasado sefardí que se muestran al público junto a una excelente biblioteca y centro de documentación y una tienda.

Por último, es también recomendable visitar el Museo Arqueológico, sólo unas calles más allá, en el que entre otros cientos de piezas muy interesantes se encuentra una joya del pasado sefardí: la lápida funeraria de Yahuda bar Akon, una pieza de mediados del siglo IX que es el único resto material de la presencia judía en Córdoba durante el gobierno de los emires Omeya.

Córdoba cuenta además con cuatro Inscripciones en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO: La Mezquita (1984), el Centro Histórico (1994), la Fiesta de los Patios, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (2012) y la Ciudad Califal de Medina Azahara (2018), lo que coloca a Córdoba en la ciudad europea con más Inscripciones UNESCO y en segundo lugar a nivel mundial, sólo superada por Beijing.

Ruta por la Judería de Córdoba

Córdoba es una de las ciudades más ricas en herencia judía. Descúbrela palmo a palmo con nuestra Ruta por la Judería de Córdoba, donde también encontrarás toda la información práctica que necesitas para que tu experiencia de viaje sea, simplemente, inolvidable.

Diario de Viaje

Un grupo de destacados periodistas de viaje españoles ha recorrido las ciudades de la Red de Juderías de España, siguiendo su herencia judía y descubriendo una experiencia de viaje intensa y llena de momentos y sensaciones. El fruto de aquellos viajes son sus Diarios de Viaje, reportajes de gran valor literario y gráfico que aúnan la experiencia personal de cada autor con la información más práctica para el viajero, y que se convierten, así, en excelentes formatos de inspiración para todos aquellos viajeros que quieran, como estos periodistas, sentir y descubrir Sefarad.